jueves, 12 de septiembre de 2013

El Derecho de ser Feliz


EL DERECHO DE SER FELIZ

 

 

Todo el mundo atraviesa por dificultades y retos en su vida. El hecho de que esto nos abrume o nos sirva de motivación depende del punto de vista de cada persona. Algunas personas siguen siendo felices a pesar de las dificultades porque están determinadas a ser positivas y recordar las cosas buenas que tienen.

 

La felicidad podría describirse como un sentimiento o expresión de alegría. No puede medirse. Es una noción ampliamente aceptada que la raíz de todo comportamiento humano busca incrementar la felicidad. La capacidad de ser feliz es un don tremendo, desarrollado por la persona y es uno que puede compartirse con otras personas a través de nuestras acciones. ¿Qué nos hace felices? Se ha dicho que para la mayoría de personas la felicidad proviene de contar con una buena red de apoyo de la familia y amigos. Esto es importante porque nos proporciona un grupo de personas con las que nos podemos relacionar sobre una base individual.

 

El derecho a ser feliz es pensar en aquello que nos hace felices y en las decisiones que debemos tomar para asegurar dicha felicidad. La felicidad está conectada con las responsabilidades. La felicidad es una idea evasiva y no obstante hay muchas personas, familias e incluso sociedades en el mundo cada vez menos satisfechas con sus vidas.

 

La perspectiva sobre la felicidad es importante en cuanto a que destaca los vínculos entre felicidad y nuestras cualidades personales interiores, así como la felicidad y el exterior de las condiciones medio ambientales en las que vivimos. En términos del derecho a ser feliz, comenzamos entonces a ver que felicidad es el estado de estar condicionado por muchos factores internos y externos. También debemos reconocer que felicidad involucra no únicamente nuestros derechos sino además nuestras responsabilidades hacia el desarrollo de nuestras propias cualidades personales y contribuir a un medio ambiente habitable para que lo disfruten los demás.

 

Las personas, sin consideración de su raza, religión o grupo étnico comparten un entendimiento común de muchas de las experiencias asociadas con la felicidad y la infelicidad. Todos comprendemos el sentimiento de ser amados, el orgullo ante el éxito, la alegría de la amistad. También compartimos una conciencia común del dolor ante la pérdida de un ser querido, la soledad del aislamiento, el temor a enfermarse o resultar herido.

¿Podemos y deberíamos hacer cualquier cosa con tal de ser felices? Lo más probable es que la mayoría de nosotros respondería a tal pregunta con un inmediato “no” – ya que todos podemos pensar en ejemplos de que si hacemos lo que queramos podríamos hacer daño a otras personas. Pero ¿qué tan fácil es juzgar si nuestras acciones tienen impacto en la felicidad de otras personas y cuándo es apropiado hacer o esperar “sacrificios”?

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